ANTELOPE CANYON.
A LAS ÓRDENES DE BLUE SKY.

Donde nada es lo que parece. Donde aún les queda algo suyo. Donde todo es magia. Donde dejarse arrastrar por olas de arena… y de gente.

Antelope Canyon es tierra de Navajos y son ellos los que organizan las excursiones, ya que no es posible hacer la visita por tu cuenta. Hay que seguir a Blue Sky, andar deprisa y sin pararse mucho. Pero merece la pena.

En el cañón más famoso de la costa oeste, entran rayos dorados y salen fotos que valen –literalmente- millones. Además hay un elefante, un cuervo, un oso… y escorpiones que se esconden entre las rocas (esto último también es literal). 

Lo más difícil es llegar a tiempo (la Reserva cuenta con su propio huso horario) y proteger la cámara del polvo -en plan casero- con bolsas de plástico del Walmart. Móviles, DNI y otras pertenencias de valor, mejor bien guardadas en los bolsillos. Te lo avisan nada más empezar… lo que se pierde en el cañón, se queda en el cañón. Pero te llevarás una gran experiencia.