DEATH VALLEY.
DONDE SE FUNDEN LOS COLORES.
De los bosques de Yosemite al desierto de Death Valley hay solo unas horas por carretera. Pocos kilómetros entre la vida y la nada. Entre la nieve y el sol más abrasador.
Conducir por el Valle de la Muerte (sin aire acondicionado en algunos tramos) es viajar a otro planeta. Uno en el que suena Ludovico Einaudi, a todo volumen y en bucle. Donde aquella película de los años 70. Donde los artistas mezclan sus colores. Donde padres inconscientes hacen la voltereta lateral.
Para atravesar el Valle de la Muerte hacen falta litros. De agua, de gasolina y de crema solar. Y lo mejor es hacer la compra con antelación (no hay muchos comercios abiertos en el infierno).
El pack básico para el lugar más caliente y seco del mundo. Y puede que también uno de los más bonitos.