PENDLETON.
HISTORIAS DE INDIOS, CHINOS Y VAQUEROS.

En Pendleton hay una no tan pequeña fábrica local que lleva el mismo nombre y que merece la pena visitar. Un negocio familiar desde hace seis generaciones que ahora está más de moda que nunca gracias a sus mantas y camisas, inspiradas en la cultura, las formas y los colores de los nativos americanos.

En esta pequeña ciudad de Oregon, se cuentan historias de indios y vaqueros, aunque son estos últimos los que, como siempre, salen mejor parados. El Pendleton Round-Up atrae cada año a personas de todo el país con motivo de su famoso rodeo.

La calle principal está repleta de tiendas con joyas vintage, que vigilan mujeres octogenarias con perros gruñones. También hay cervecerías que sirven deliciosos y pegajosos mac and cheesse caseros y dinners con desayunos al estilo cowboy.

Lo que antes era un burdel ahora es un hotel con paredes de ladrillo y leyendas que hablan de una segunda ciudad bajo el suelo. Un barrio rojo, formado por túneles subterráneos, donde vivían los trabajadores chinos y donde, aún hoy, retumban los ecos de un sombrío pasado.

En Pendleton, los huevos se piden fritos o revueltos (y no hay nada más que hablar). Las tortitas mejor de una en una porque son gigantes.