SALT LAKE CITY.
MORMONES Y DESIERTOS DE SAL.
Por Salt Lake City se pasa, sí o sí, en el camino hacia el norte. Capital de Utah, de la genealogía y del movimiento de los Santos de los Últimos Días, merece por lo menos una visita curiosa.
Pero más allá del Templo de los mormones, el Tabernáculo, los libros de familia y las numerosas opciones para disfrutar de la naturaleza, también hay una carretera preciosa que atraviesa un desierto de sal. Un desierto blanco e inmenso por el que circulan coches a toda velocidad, mientras los niños –y no tan niños- corren sobre el lago petrificado.
El Salar de Bonneville, está situado a la altura de Wendover, en la frontera entre Utah y Nevada, a cinco minutos de West Wendover, donde de nuevo se encienden las luces de neón y las tragaperras (en una versión algo más casera).