PORTLAND.
CRUSTÁCEOS Y DONUTS DE PATATA.
De camino a Portland -por la costa- hay pueblos con historias de brujas demasiado tristes, heladerías cerradas con vistas al puerto y una casa de pescadores, musa de artistas de sol a sol.
Los faros, las playas y las mansiones conviven con centros comerciales a precio de saldo. Las casas tienen vistas al lago, ventanales gigantes y la chimenea encendida aunque haga calor.
En Portland el aparcamiento es imposible, los donuts de patata y las «langostas» se comen con pan. Los faros se cuentan por miles, las islas no son tan desiertas y las gaviotas se acercan aunque huela mal.