CRUCE DE CAMINOS EN CLARKSDALE (MISISIPI).
Siguiendo la ruta 61 se llega a la América más profunda. En medio de la nada y del todo. Donde Robert Johnson vendió su alma al diablo y aún se pagan los costes de la transacción.
En Clarksdale todas las noches son noches de blues, los campos de algodón y los hoteles solo para adultos. Los coches se oxidan con el paso del tiempo, mientras los disparos perduran en los cristales. Las banderas –desgarradas- nos hablan de un pasado peor.
En el Shak up inn, las chozas –con goteras solo cuando llueve- almacenan recuerdos de años de trabajo en el campo. En los porches suenan canciones de amor y carretera, mientras en el bar la gente bebe para olvidar. Los hombres tocan la armónica mientras conducen y las vías del tren sirven para pasear.