MEMPHIS. CIUDAD DEL BLUES, CUNA DEL ROCK AND ROLL.

Donde BB King, Louis Armstrong o Muddy Waters. Donde las costillas secas y las noches sin fin. Donde -todavía- vive «El Rey». Donde una vez alguien tuvo un sueño y murió entre paredes de color pastel.

En Memphis se respira blues y las parejas bailan agarradas. Los patos duermen en hoteles de lujo y todos los días suben y bajan en el ascensor.

En Beale Street los chicos hacen acrobacias, la música suena como hilo musical y las tiendas venden discos de otra época. Los nachos llevan pulled pork y los karaokes son para los valientes (o para los borrachos). Los frontman hacen su show vestidos con monos vaqueros mientras los turistas se dejan los dólares por una canción. 

No muy lejos de allí, el motel Lorraine –otrora refugio de afroamericanos en época de segregación social y punto exacto donde murió Marthin Luther King- se erige hoy como santuario de los derechos civiles.

Graceland, por su parte, hace lo propio para los amantes del rock. Mientras en Sun Studio recuerdan los ecos de una época dorada. Un viaje a los años 50, donde los vinilos aún sonaban a escarcha, en un patio trasero donde Elvis Carl, John y Jerry apuraban su último pitillo antes de seguir con la sesión.

Dicen que en Sun Studio nació el rock and roll, se hizo radio de verdad y todavía suenan los ecos de una época dorada.